No se da ni cuenta que cuando la miro,
por no delatarme me guardo un suspiro.
No se da ni cuenta que brillan mis ojos,
que tiemblo a su lado y hasta me sonrojo...
Esta cobardía de mi amor por ella
hace que la vea igual que una estrella:
tan lejos, tan lejos de la realidad
que no espero nunca poderla alcanzar.
(Gracias Gonzalo Pérez)