Pero ahora Jesús ya tiene un perro.
Hace poco que le he enviado el mío.
Mi viejo compañero, tan querido por mí...
Día tras día durante mucho tiempo adonde quiera que fui,
cuatro patas decían:
¡Espérame, que voy contigo...!
Y era feliz, corriendo tras mis pasos.
(Gracias Blanca Iris)