Gary Cooper fue uno de los fenomenales actores que Hollywood
nos ha dejado.
Cooper-que no tenía ninguna formación actoral-fue uno de esos
intérpretes sin grandilocuencias ni estridencias.
Una mirada, un gesto, un encogerse de hombros o una sonrisa a
medias podían expresar un cúmulo de sentimientos arrollador.
Fue un natural en esencia. Encarnó al hombre de todos los días,
el que podía lograr que el público se identificase con él
porque no había artificio alguno ni en su persona ni en su
actuación.
(Gracias E de la Puente)