Una vez hubo un campesino muy pobre que se encontraba frente
al fuego mientras su esposa hilaba. Ambos sentían pena por no
haber tenido hijos, ya que el silencio que había a su alrededor
los entristecía.
La mujer dijo que se conformaría incluso con un hijo pequeño,
que no fuese más grande que un pulgar.
(Gracias E de la Puente)