Había una vez un hermoso jardín, en algún lugar que podría ser
cualquier lugar, y en algún tiempo que podría ser cualquier
tiempo, en el que se cultivaban manzanos, naranjos, perales y
bellísimos rosales, todos ellos satisfechos y felices.
Todo era alegría en el jardín excepto por un solo árbol,
profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía
quién era. "No sé quién soy," se lamentaba.
(Gracias Tomás Dorán)