Cuenta una leyenda que hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño
pueblo de México, todos los habitantes se reunían en la
iglesia cada año durante el nacimiento de Jesús para dejarle
algún regalo. A Pablo le encantaba aquella tradición. Todos
los años veía llegar a muchas personas desde muy lejos con
regalos hermosos. Pero según pasaban los años, Pablo se ponía
más y más triste: él no tenía nada que regalar, él era muy
pobre y eso lo hacía sentir mal. Pablo fue y se escondió en
un rincón de la iglesia y comenzó a llorar, pero pronto de
sus lágrimas que habían caído al suelo, comenzó a brotar una
hermosa flor con pétalos rojos. Pablo comprendió que aquella
flor era un regalo de Dios, para que Pablo se la regalara al
niño Jesús.
(Gracias E de la Puente)