El señor Hulot no tiene trabajo, ocupándose de llevar a su
sobrino Gérard a la escuela y traerlo después a la
ultramoderna casa de su hermana casada con el señor Arpel.
Un prodigio de elegancia, originalidad y sutileza, combinadas
con un inmaculado sentido del humor y la ironía. Ésta es,
sin duda, su mejor película: una parodia blanca de la vida
moderna y ultratecnificada, a la que contrapone el encanto y
la calidez de la vida tradicional.
(Gracias E de la Puente)