Camino a su destierro, Boabdíl no giró la mirada hacia Granada, y
sólo cuando estuvo a 12 kilómetros al Sur de la ciudad, se detuvo y
observando por última vez su Palacio suspiró y rompió a llorar,
siendo su propia madre, la Sultana Aixa al-Horra quien le dijo:
"Llora, llora como un niño lo que no has sabido defender como un